¡Somos Parecidos!
Es obvio que la impresionante y elaborada imagen de Zeus no impresionó solamente a los artistas. Los líderes políticos también codiciaban los rasgos estéticos del dios griego. Si observamos las efigies creadas para Augusto, llegamos a la conclusión de que el egocéntrico emperador romano deseaba ser representado como si fuera un clon de Zeus. A pesar del talento de los artistas, la realidad es que el emperador de Roma no tenía ninguna semejanza física con el poderoso dios de la cultura griega.
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Para que su imagen fuera reconocida por las personas, el vano emperador orientó a su escultor que hiciera cambios en su estatua. Así, la versión final de la efigie de Augusto tendría que sufrir un proceso de “reedición”. Esto se debía al hecho de que el líder romano, a diferencia de Zeus, no tenía el pelo corto ni usaba barba. Pero la gente de aquel tiempo solo se interesaba por elementos que hicieran referencia al arte bizantino. Por esto, la estatua de Augusto siguió pareciéndose a la del dios griego.