Visita de una propietaria preocupada
La dueña entró, con la preocupación grabada en el rostro y los ojos recorriendo la clínica. “Creo que ha comido algo que no debía”, explicó, con voz ansiosa. Me arrodillé para examinar al gato, comprobando detenidamente si tenía algún problema. “Por ahora parece estar bien”, la tranquilicé, palpando suavemente en busca de señales de problemas. Sus orejas se echaron hacia atrás juguetonamente, aliviando un poco la tensión.

Visita de un dueño preocupado
Lily descansa tranquilamente
Lily estaba tumbada de lado, tranquila incluso en medio de la bulliciosa clínica. Se le escapó un suave maullido mientras su vientre subía y bajaba sin cesar. Los otros gatos que la rodeaban se agitaron, sintiendo el cambio. “Lo estás haciendo muy bien, Lily”, elogié suavemente. Cerró los ojos, confiando plenamente en mí, y eso me reconfortó el corazón: momentos así hacían que todo mereciera la pena.

Lily descansa en silencio